“He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.” -Lucas 24:49
La promesa del Padre fue la de enviar el Espíritu Santo a los discípulos y empoderarlos para servir como testigos de Cristo al mundo. El día de Pentecostes (50 días después de la Resurrección del Señor) vino como un viento recio la manifestación del Espíritu Santo y lleno a los discípulos de poder de lo alto.
Esa experiencia vino acompañada de la manifestación del hablar en otras lenguas según el Espíritu las repartió a cada uno (120 personas en total).
A esta promesa la Escritura le llama también el bautismo con el Espíritu Santo. Este bautismo siempre viene acompañado por la manifestación del hablar en otras lenguas según el Espíritu Santo las da. El hablar en otras lenguas significa eso mismo, hablar en otro idioma.
En el caso de los discípulos el día de Pentecostes, ellos hablaron idiomas conocidos por los que los escucharon hablar. Ahora, la Biblia menciona otro tipo de idioma al cual Pablo le llama “angelicales”. No sabemos cómo está construido este lenguaje; si tiene vocales y consonantes.
Lo que si sabemos es que comunican un mensaje que Dios entiende. Cuando experimentamos el hablar en lenguas, estamos comunicándole a Dios alabanzas, oraciones y peticiones. Es la forma en que el Espíritu Santo nos ayuda llegar a Dios cuando en nuestra humanidad estamos limitados.
Aunque esta experiencia es magnífica y preciosa, no es el fin, pues el Señor nos indica a través de dicha experiencia que hemos sido Empoderados por el Espíritu Santo para ser testigos de Jesucristo.
Recuerda, es una promesa. Pídele hoy al Padre en el Nombre de Jesús que te de esa promesa. Recuerda hacerlo con Fe y Paciencia.
-Pastor Omar Valcárcel